Tú y yo nos parecemos. Queremos sensaciones inmensas y nos arrastramos hasta conseguirlas. Somos putas de sensaciones y certezas. Besamos cualquier cosa que nos de esa certeza, esa clave para saber cuál de los dos caminos elegir. Si, nos parecemos. Pero existe una sola diferencia entre tú y yo y esa es que yo si lo admito y actúo sobre ello.
Tú, en cambio, vas de puritana y correcta, engañando a tu corazón y al de los demás, engañando a tus sueños y a tus esperanzas. Ya ni tus pesadillas tienen cabida en esa mini-vida que te has forjado. Con el sudor de todo tu ser, pasito a pasito has logrado esa existencia en la que vives ahora. Felicidades.
¿Que pasaría si lo admitieras? ¿Que pasaría si abrieras tu boca, con el corazón igual de abierto y dejaras que saliera todo lo que quieres decir, pedir, devolver? ¿Que pasaría si actuaras según lo que te dicta el corazón, cada momento de cada día por el resto de tu vida?
Somos la misma, dos visiones en el mismo cuerpo.
No cabe el miedo.
No cabe el miedo.
¿Cómo sería tu vida si la vivieras sin miedo?
Dime, ¿cómo sería la mía?
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