Me tiene a mi


Hoy caminaba por las calles de esta ciudad, "mi" cuidad, y sentí paz en medio de tanto dolor. Dolor por el hambre que veo, por la violencia que respiro, por el miedo que siento. Porque a pesar de tanto dolor, los árboles están verdes, los pajaritos siguen cantando y los niños, hambrientos, siguen sonriendo. Así que pensé, ¿porqué yo no?


Cada quién vive su historia a su manera pero, ¿porque chingaos no puedo sonreír? No tengo hambre, no tengo frío, no temo por mi vida (fácilmente...¿fácilmente? Ni madres. Con muchísima dificultad cuido a quién me acompaña, apretando su mano con todas mis fuerzas, volteando para atrás cada 4 pasos...pero vamos a dejar ese tema para otro día). ¿No debería de estar sonriendo ya?


¡Aaaaahhhh! Es que tengo el corazón roto, ¡claro! Y ahí, la cosa se complica.
Se complica porque el agujero está hasta adentro y si la felicidad está ahí, ¿como le haces para recuperarla? Se complica aún más porque, en este estado, la única energía sobreviviente es la rabia. Ese demonio que solo quiere sacar ojos, denigrar almas, culpar, odiar, reventar, revivir cada acontecimiento doloroso y meterlo al corazón, sin tregua. 

Mis primeras 24horas con el corazón roto, los sueños deshechos, la confianza truncada, la rabia al mínimo chispazo y el llanto más fácil que el humo del mofle que tengo al lado mientras camino buscando paz en esta ciudad, las sobreviví. Pero no sonrío. Así que estoy de vuelta al comienzo del día. Terminando como lo comencé, inversamente proporcional a como terminé el anterior. Anoche dormí liviana y hoy desperté de la chingada, terminando el día de igual manera. Tal vez odiándote poquito solo por una cosa, derramando solamente una lágrima esta noche, mañana despierte inmensamente feliz.

Sin hambre, ni frío, ni miedo y con la mente tranquila convenzo a mi corazón que tiene todo lo que necesita para descansar. Me tiene a mi.

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