¡Enójate! Mejor canta...


¡Enojate! ¿Que tienes que perder? ¿Que se enojen de vuelta contigo? Va, sería lo mismo que ocurre todos los días en todas las interacciones humanas poco comunicativas. ¡Enójate pues! Sácalo, dale, enfurece, no lo reprimas pa que no te enferme, ¡daleeeeeeee!

Y desperté, viendo el caos y oscuridad que había a mi alrededor sin entender porque estaba ahí. Y esa semana encontré una sadhana global para quemar el enojo. ¿Se quema el enojo interno? ¡Que miedo! ¿Duele? ¿Es instantáneo? No tengo mucho tiempo, suficiente mierda veo a mi alrededor como para encima tener que sacar la poca paciencia que tengo dentro. 

Así, con ese miedo, me inscribí y aguanté 8 días. Va, no le puse mucho empeño. Eso de "no reaccionar" ni bajar el brazo si se me están quemando los músculos alrededor del omóplato, no me gustó. Pero una noche encontré la última mala de la Tita. Y todo cambió. 

¿108 cuentas hiladas? Centrando mi atención un poco. Así de simple y poderoso. El ruido nunca se calla. Nunca para. Excepto cuando canto. 

Empiezo el día cantando y lo termino igual. Con la mala que Florencia me trajo de la India, encuentro 108 razones para sonreír. 108 razones para agradecer. 108 razones para mentar madres. Recuerdo las 108 veces que me enojé a lo pendejo. Y postulo las 108 veces que hoy, en vez de enojarme, voy a cantar.

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